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Arquitectos: NOMO STUDIO
- Área: 360 m²
- Año: 2019
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Fotografías:Adrià Goula
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Proveedores: Roca, AutoDesk, Cortizo, Parex-Group, Tamiluz
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Casa Puente se halla en el noreste de la costa menorquina, España. Su generosa parcela permite a la vivienda extenderse para captar las mejores vistas del paisaje, al mismo tiempo que sus volúmenes rotan creando sorprendentes espacios interiores y vistas que nunca se repiten.
Basado en el ensamblaje de plantas cuadradas y pentagonales, sus pequeños volúmenes poliédricos se apilan y sobrevuelan el paisaje con sorprendente ligereza formando un puente que da su nombre a la casa. Con el fin de colocar un programa amplio de forma respetuosa en la naturaleza, éste se desglosó en unidades más reducidas. Las terrazas y piscina son una extensión directa del interior, siguiendo las mismas geometrías y manteniendo la mayoría de la parcela intacta.
En esta casa de veraneo, el gran porche situado bajo los volúmenes flotantes se concibe como el espacio central de grandes reuniones sociales. Junto a la piscina y el jardín, desde él, uno puede contemplar las vistas en ambas direcciones: mar y montaña. Un segundo porche en la primera planta, en conexión con la cocina principal, se destina a un uso más diario.
El programa consiste de estar, cocina-comedor y 5 dormitorios, uno de ellos situado en un pabellón separado. Los espacios comunes son visualmente independientes, no obstante, enlazan a través de umbrales abiertos que crean circulaciones fluidas. En la planta de acceso, el dormitorio principal, el estar y la cocina funcionan como un apartamento dentro de la casa. Todos las demás habitaciones se encuentran en la planta baja con salida directa al jardín y piscina. Los baños han sido diseñados como espacios abiertos y luminosos con grandes ventanales de suelo a techo. Finalmente, un cuerpo separado de la casa principal alberga el garaje, lavadero, un patio para tender la ropa al sol y un gran almacén y sala de máquinas.
La fachada completamente blanca responde a la tradición menorquina de paredes y cubiertas inclinadas encaladas con un continuo velo blanco. Una franja horizontal rodea la casa con una doble piel de persianas correderas de aluminio perforado. A lo largo de estas bandas se sitúan todas las ventanas del edificio. Estas celosías tienen una doble función: proteger de la radiación solar directa sin obstruir las vistas desde el interior y aportar privacidad y seguridad. Por el lado posterior, donde no hay aperturas ni persianas, las franjas continúan como un revoco rugoso que se diferencia del resto de acabado fino. Cuando las persianas están cerradas, los volúmenes resaltan como formas geométricas blancas contra el cielo azul. Los elementos paisajísticos, como muros de contención, escaleras y terrazas se mantuvieron de hormigón visto para evitar que se confundieran con los poliedros blancos.
Se aplicaron varias estrategias pasivas para garantizar un rendimiento de clase A. Aislamiento exterior continuo, protección solar mediante correderas de aluminio perforado, grandes porche, techos altos para refrigeración natural y vidrio bajo emisivo, entre otras.
En contraste con la materialidad blanca y abstracta de la fachada, los interiores son ricos en materiales y colores. Los techos inclinados, pintados en color verde pastel, acentúan la amplitud de los espacios de hasta 4m de altura libre. En los muebles y umbrales, la madera de abedul marca cambios de ambientes y planos de la geometría. El pavimento es un hormigón devastado a modo de terrazo in situ y un zócalo rehundido deja que éste fluya visualmente bajo los muros. Las encimeras de baños y cocinas son de mármol blanco y los paramentos verticales de las duchas a base de baldosas blancas mate con juntas de color verde. Una delgada estructura de acero compone la isla de la cocina. El diseño de iluminación totalmente oculta e indirecta fue parte muy importante del proyecto.